martes, 29 de julio de 2014

PASEANDO POR EL BOSQUE

MONTES DO INCIO
Me gusta pasear por el bosque. Ya antes de realizar mis estudios me gustaba. Siendo estudiante de Ciencias Biológicas, en Barcelona, aprendí a descifrar su situación biológica a través de sus síntomas. Creo conocerlo, aunque siempre aprendo cuando acompaño a quienes dedican su labor a su mantenimiento y cuidado.

Cuando paseo solo, todo es cuestión de pensar mientras observo el entorno. Es bonito comprobar cómo las semillas germinan y hay pequeños árboles que pugnan por lograr un lugar en el que desarrollarse. Sé que es difícil que lo alcancen si estamos en el centro del bosque, donde la competencia entre los árboles que lo pueblan es muy alta. Todo está ocupado, no como en las zonas periféricas, donde hay lugares para posibles expansiones y la posibilidad de alcanzar la madurez es mayor. Visito el bosque con
MÁRGENES DEL RÍO MIÑO
BOSQUE LIMPIO
criterios familiarizados con la selección natural,
 y constato los múltiples ejemplos que me encuentro de ella. Para eso no hace falta viajar a regiones alejadas. Un simple paseo por las Saamasas, en Lugo, o por el valle del Tambre, cerca de Santiago, me permite disfrutar de todo esto. Naturaleza pura y biología pura.
A veces, las cosas no son tan bucólicas como pudiera parecer. Muchos lugares han sido transformados en basureros incontrolados donde, incluso, podemos ver colchones o electrodomésticos tirados con total impunidad.
La verdad es que tenemos el mal hábito de maltratar al bosque. En
MEDIANAMENTE LIMPIO
nuestro modo de hablar decir de algo que “está a monte” es sinónimo de decir que es un desastre fuera de control. Esa frase es un exponente de lo que muchos creen que es el bosque: un lugar desorganizado. No digamos nada de sus necesidades de cuidados. Para muchos, esas labores son supérfluas.
En general, el bosque se ha degradado mucho en los últimos años. Todos, por poco que vayamos a él, tenemos experiencia de lugares que fueron hermosos hasta hace poco y que hoy son un auténtico desastre tanto humano, como ecológico y económico.
No me explico que siendo, como somos, una gran potencia maderera europea, tengamos tan olvidada esta gran fuente de riqueza. Y tan menospreciada. Porque si bien es verdad que muchos de sus
BOSQUE LIMPIO
beneficios tienen destinatarios directos, que son sus propietarios, también es cierto que nos aporta otros beneficios no cuantificables, en su mayor parte de índole ecológica, y cuyos destinatarios somos todos, seamos o no propietarios de los terrenos.
A veces me duele pensar en este progresivo deterioro, acompañado del olvido y el menosprecio, que sufren nuestros bosques. Al ver el bosque sucio, abandonado, expuesto a miles de agresiones, de las que el fuego no es la única, añoro un buen pacto de gobierno que impulse una racional política forestal, que generaría un monte limpio, bien cuidado y menos proclive a sufrir incendios.
Los frutos de esta actuación serían un bosque del que sentirnos orgullosos, generando beneficios de toda índole para todos y con muchos puestos de trabajo estable para gente de diversa cualificación. Para algo somos una potencia forestal. Me atrevería a decir que a pesar de nosotros mismos.