martes, 14 de mayo de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XI) UN REPOSO EN TRIACASTELA

La situación de Triacastela es un entorno bucólico. Luego de descender las pendientes de los montes del Cebreiro, casi aún en ellos, nos encontramos con este tranquilo pueblo rodeado de bosques de caducifolios y prados generosos en sus verdores. Los caducifolios, castaños y carballos mayormente, prometen otoños hermosos y nunca defraudan. Por si fuera poco, los horizontes son amplios y propicios al descanso.
Beneficiado con una variante en las mejoras viales, que hoy hace las veces de circunvalación. Gracias a ella, el pueblo está tranquilo y desarrolla sus negocios a lo largo de la única calle que lo define, la Rúa do Peregrino. En la variante hay otro tipo de negocios de perfil más urbano.
En la Rúa do Peregrino. Conoció mejores tiempos
La mayor actividad del pueblo está localizada hacia su salida. La Rúa do Peregrino está jalonada de casas y casonas que nos hablan de pasados más prósperos. En mitad de la Rúa está la iglesia parroquial, y casi desde ella hasta el final del pueblo hay una gran abundancia de instalaciones hoteleras, albergues privados fundamentalmente, que confieren al sitio una gran vitalidad, de modo especial en época de peregrinos. Entre los albergues hay algunos de diseño acogedor. También abundan bares y restaurantes y, como no hay coches, en cuanto aparece el sol se desparraman multitud de terrazas con comensales que generan un ambiente muy tranquilo, sosegado.
Foto del 9 de septiembre de 2012
Colocado en la puerta de la iglesia
La iglesia es indefinible. Al menos yo no la sé definir. En sus orígenes fue románica, pero sufrió cambios que le fueron restando sus características arquitectónicas iniciales a cambio de hacerla más amplia sin más. No me gusta. Además su interior está sucio. En un rincón hay una mesa, tal vez de cocina, con el sello oficial para que los peregrinos lo utilicen en su credencial. Nadie custodia tal sello. En su puerta vi un cartel que no merece comentario alguno. Lo malo es que en las manos de quien escribió el aviso está el cuidado de los bienes patrimoniales del recinto.
Torre de la iglesia
La torre es bonita e impactante. Está situada, como en las iglesias del Camino en esta zona, sobre la puerta de acceso en la fachada principal. Es del siglo XVII.
Triacastela goza de dilatada historia. Hace poco tiempo, en la cueva de Eirós, se encontraron pinturas rupestres del Paleolítico. Aún siguen las excavaciones, pero se trata de los primeros hallazgos de este tipo en Galicia. Los hallazgos están deteriorados debido a la presencia humana en la misma cueva hasta hace muy poco tiempo. Gracias a este hallazgo podemos decir que desde el paleolítico hay actividad humana en la zona.
También por allí, entre Samos, Triacastela y Becerreá, se puede definir un triángulo generador de actividades sísmicas, pues bastantes epicentros tienen su localización en esa zona. Hace años, en época de movimientos sísmicos frecuentes, unos malvados quisieron propagar el infundio de que “se oían voces” por aquellos enclaves. No sé qué finalidad tendría ese cuento, o esa falsedad, pero los habitantes de la zona ya no están para dar crédito a tales mentiras y, decían, que tales voces tal vez proviniesen del transistor de algún manso peregrino que por la rúa pasase o fuesen debidas a algún televisor con el volumen alto. Por suerte para ellos, se han terminado las épocas de dar crédito al primer fabulador que aparece por la esquina. En vez de estos personajes siniestros, hoy en Triacastela hay oficinas bancarias, cajeros automáticos y otras instalaciones destinadas a atender a los peregrinos y que proporcionan sustento a los habitantes del lugar.
Antaño hubo Hospital, Albergue oficial y otras instalaciones ubicadas en edificios que hoy sería menester rehabilitar. Me gusta lo que pudo haber sido uno de ellos, un edificio de planta baja y primer piso, con su carpintería de un apagado color azul y sus tejados que piden a gritos un arreglo, aunque parece que nadie escucha esas súplicas. En las puertas de ese edificio, muy airosa, hay una hermosa letra C tallada en madera. Como pongo la foto de esta letra, fijarse que junto a ella hay grapas pegadas en la madera, pues hoy esa puerta su utiliza como tablón de anuncios.
Tejados, arte, paisaje. Un lugar para tomar resuello.
En Triacastela están las últimas canteras de caliza que existen a lo largo del Camino. Ya no hay más y tampoco en Santiago ni en su entorno. Aquí está la base de una secular costumbre. Al salir del pueblo, los peregrinos cogían una piedra caliza y la acercaban hasta los hornos de cal de Castañeda, cerca de Arzúa, pera contribuir de ese modo a la construcción de la catedral compostelana. He dicho “acercaban” pues era posible que dejasen abandonadas las piedras a mitad del camino. Otros peregrinos las recogerían y, a su vez, también las irían acercando. Este es el único dato que se tiene de peregrinos que contribuyeron materialmente a la construcción del edificio al que peregrinaban.Y de nuevo piedras en este ambiente de peregrinos, caminantes y restos paganos.
Triacastela es lugar de olvidar zafiedades y recrearse en lo hermoso, que aquí es mucho. Pero hay cosas que duelen, ya lo creo.

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